lunes, 23 de agosto de 2010

Fuenteovejuna, la victoria de la revolución

Una historia que da voz a la voluntad de los pueblos colectivos frente a la ley impuesta por el hombre individual


Sábado 21 de agosto de 2010. Teatro Fígaro. Madrid


Cartel de la obra Fuenteovejuna
Cartel de la obra Fuenteovejuna
Que detrás de esta versión de Fuenteovejuna esté una compañía de teatro cubano contemporáneo la dota de interés porque uno sabe que va a encontrarse con la esencia de Lope, pero también con cierta capacidad de mezcla que ahonde en otras formas de pensar el texto. Y así ocurre, de pronto el escenario se llena de la sonoridad de la música afro-cubana sobre el propio escenario, de fuerza, de colorido, de un sincretismo religioso que integra lo divino en lo humano convirtiendo al Comendador en la reencarnación terrenal de Changó (Orisha de la virilidad), de un simbolismo permanente a descifrar, de movimiento, de santería, de intercalar textos de José Martí... Y todo ello sin traicionar a Lope de Vega y su Fuenteovejuna, transcribiendo y manteniendo el espíritu original, el de sus personajes y sus orígenes.

La obra original presenta un marcado componente social, en cuanto que es el pueblo quien se rebela contra la tiranía. El Comendador es un señor feudal que no respeta a sus vasallos, que impone su ley por la fuerza y sobre la voluntad del pueblo a quien no tiene en cuenta. Éste es el conflicto social que presenta y la trama a resolver. El pueblo no se propone cambiar el sistema social, busca una justicia que se le viene negando de largo; así que decide y se la toma por su propia mano ajusticiando al Comendador y sus secuaces, pero haciéndolo en nombre de los reyes y su justicia. No se apropia del poder que acaba de ganar porque nunca ha imaginado que pudiera sustentarlo, así que el pueblo simplemente espera a que los reyes lleguen, juzguen la acción y la avalen, pues conocen que es justa. Es la unidad del pueblo exclusivamente la que produce el triunfo, no el hecho de haber subsanado una injusticia de la vida, por eso se cierra la obra respaldando al poder con alabanzas a los reyes y gritos contra la tiranía.

Una escena de la obra Fuenteovejuna
Una escena de la obra Fuenteovejuna
El texto de Lope de Vega no suena del todo a revolución, aunque sin duda hay un pueblo oprimido que persigue liberarse de la injusticia, este pueblo no busca el poder para cambiar sus condiciones de vida. En este punto, esta versión también le añade algo a la obra, pues sí se muestra un reparto de los bienes del Comendador, una socialización de lo que en realidad ha trabajado el pueblo pero a lo que se le había negado el disfrute. Hay también una discusión política en la asamblea del pueblo y una ideología socialista detrás de la unidad como identidad propia y construcción de la justicia social reclamada.

Los cubanos con su arte consiguen en esta representación mucha agilidad por diferentes caminos. Por un lado el papel de la Hechicera que interpreta Yolanda Ruíz y que se utiliza también para narrar adelantado parte de la trama y así saltarse algunos diálogos más farragosos. La música y su ritmo ayudan a dotarla de un aire más festivo. El telón de fondo inspirado en el cuadro La jungla de Wilfredo Lam, el picasso cubano, sirve para modernizar el espacio. La escena en que las linternas se convierten en la luz principal aporta frescura e innovación a la representación.

Resulta sorprendente ver convertido a Vladimir Cruz en un Comendador que encarna todo lo malo. Lo hace con soltura y logra que su personaje resulte repulsivo desde que pisa el escenario. Sin duda su presencia es una base importante sobre la que se sostiene la obra, pues, por contraste sobre él, se resaltan los valores humanos positivos del resto de los papeles. Claudia López interpreta a Laurencia, una mujer fuerte que no se deja avasallar, y que desde su femineidad se enfrenta al Comendador y origina el levantamiento salvador.

Los clásicos perduran porque se construyen sobre ladrillos universales a los que el tiempo apenas si hacen arañazos. Pero vivimos un tiempo de aplicación de principios, de comparaciones y uno siempre trata de trasladar los conceptos, universales, de un tiempo a otro. En eso, el simbolismo desarrollado en la obra da para mucho, pues permite interpretaciones personales sobre lo visto, y también un continuo convertir lo observado en mensajes cifrados sobre la realidad actual. La obra tiene muchas lecturas, tantas como espectadores. Yo veo en ella la instauración de una democracia participativa a nivel de ciudadano que se involucra en todas las decisiones, como la que se disfruta en Cuba y que vino de la mano de una revolución que hizo el pueblo buscando su libertad para progresar sobre los pilares socialistas, que trajo justicia social, igualdad y valores humanos.

Me imagino que si a los cubanos les preguntas ahora quién hizo la revolución te contestarán todos a una: Cuba. La suya no fue una revolución exclusiva de unos líderes, sino que estuvo sostenida por la ciudadanía ya cansada de soportar la tiranía y que puso sus esperanzas en construir el futuro entre todos. Quien ha visitado Cuba con los ojos abiertos, quien ha traspasado el rol de turista para escuchar a los cubanos de la calle, quien ha visto la alegría de sus gentes en la calle, puede ahora recordar, de la mano de esta compañía, las sensaciones de aquellos días pasados en la isla.

Pero si algo hay que aplaudir especialmente, es la capacidad que ha mostrado la compañía para hacer entretenido un clásico al que le faltan nueve años para cumplir los cuatrocientos y que aquí se saben hasta los niños.

A modo de pequeño anecdotario: La obra está interpretada en su totalidad por artistas del Teatro Cubano, donde destacan dos de sus figuras reconocidas del cine, el teatro y la televisón: el actor Vladimir Cruz en el papel del Comendador y la actriz Claudia López en el papel de Laurencia. El resto del elenco lo forman las actrices y los actores de la Compañía Mefisto Teatro de Cuba, así como otros intérpretes cubanos que en la actualidad trabajan en diferentes proyectos en España. La obra ha sido producida por Arte Promociones Artísticas y cuenta con la co-producción del Ministerio de Cultura de Cuba a través de su organismo oficial el Consejo Nacional de las Artes Escénicas. La compañía ha representado su Fuenteovejuna en el Festival de Almagro de este año.

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