domingo, 15 de enero de 2017

Culpas por pagar

Mala praxis inaugura el ciclo de teatro argentino en El umbral de Primavera


Viernes 13 de enero de 2017. El umbral de Primavera. Madrid

Cartel de la obra de teatro Sótano
Cartel de la obra de teatro Mala praxis
¿Por qué? Porque es pronto, aún le falta rodaje.
Llegar a una sala de teatro alternativo siempre abre interrogantes, supone apuestas, riesgos y el inicio de un camino. El umbral de Primavera ha conseguido un ambiente acogedor que estimula una buena sensación de comodidad, acerca a lo cotidiano el mundo del teatro y amansa todas esas incertidumbres de partida. En el amplio espacio del recibidor se combinan una galería de arte con exposición, la taquilla, el bar y un patio interior con mesas donde conversar amigablemente. Es un lugar agradable en el que el tiempo deja de pesar, una antesala donde descargar los prejuicios que se traen de fuera, una especie de limbo.

El umbral de Primavera ha programado un ciclo de teatro argentino que se inaugura con la obra Mala praxis de la compañía G.A.T.O. (Grupo argentino de teatro off). Se trata del estreno de esta obra, incluso antes de que se represente en Argentina. Lisandro Fiks es el autor, director y uno de sus tres intérpretes. Le acompañan sobre el escenario Romina Fernandes y Juan Luppi.

El término «mala praxis» lo utilizamos para referirnos a la responsabilidad profesional por los actos realizados con negligencia. Cuando se habla de mala praxis pensamos en médicos, y por ahí arranca la obra: en un despacho de un abogado que ha demandado a un prometedor cirujano por la muerte de la señora Duarte ocurrida cinco días después de una operación. Es hora de dirimir una culpabilidad, de asumir una responsabilidad por aquello que no hacemos bien.

Los médicos no nos caen bien. A menudo se les ve como seres altaneros y distantes. Así que intentamos que en nuestras vidas tengamos que verlos lo menos posible porque acudir a su consulta es señal de que nuestra salud no va bien, de que algo en nosotros se ha roto. Y entonces, cuando nuestra mala salud nos pone frente a ellos, les entregamos toda nuestra confianza. En sus manos depositamos también las esperanzas. El precio es que no fallen.

Mala praxis no sigue ese camino, se adentra en la búsqueda de la raíz que lleva al abogado a perseguir todas estas negligencias médicas. Nos va desnudando al letrado, su mundo, sus orígenes, tan en las antípodas del cirujano y sin embargo estableciendo una conexión entre ellos. Sobre el escenario se van esparciendo resentimientos, venganzas y el hundimiento del pilar sobre el que nos asentamos. Subyace un enfrentamiento entre desfavorecidos y privilegiados, entre los que nacen con apellido y los que nacen en la más absoluta soledad.

La obra juega a escarbar para ir ahondando en verdades construidas tal vez sobre barro. Nuestras verdades no suelen ser verdades universales y un viento puede hacerlas tambalearse porque debajo de toda realidad hay demasiadas posibilidades escondidas que hemos querido pasar por alto. En nuestras verdades abundan las justificaciones. Repartimos culpas y a veces nos conformamos con tasarlas poniéndoles precio y llegar a un acuerdo con la otra parte. 
 
La interpretación de los personajes llega con fuerza. Se asienta en ese antagonismo que los enfrenta, tanto en lo mental como en lo físico, y en trasladar sus estados de ánimo para que veamos todo el arco por el que van pasando los dos protagonistas. Es una pelea entre ellos y consigo mismo, entre lo que quieren y lo que deben hacer.

Reconozco que una primera representación no es la mejor función sobre la que hacer una crítica. La obra aún tiene que rodar, que encontrarse a sí misma y afinarse, algo que el tiempo y el trabajo va dando. No es extraño que aún le falte redondear el texto, encontrar el tiempo y el ritmo de los personajes para coger el empaque que necesita.

La República Cultural

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