Cartel del 23 Festival de Cine de Madrid - Plataforma Nuevos Realizadores
El sábado bajó el telón un año más el
Festival de Cine de Madrid - Plataforma de Nuevos Realizadores. Van por su 23 edición, son el festival en activo más antiguo de la capital, y aún así dicen sus organizadoras que se sienten como si estuvieran empezando, que cada año parece el primero. De ahí que la 23FCM-PNR haya tenido por lema
The beginning. No es fácil montar un festival, desarrollarlo y mantenerlo; exige una lucha constante, diaria, minuto a minuto que se vence con ilusión y trabajo. De eso saben mucho Montse Santalla y Sonia de Carlos, las dos coordinadoras del certamen, y los socios de la PRN que han compartido los esfuerzos de sacarlo adelante. Han apostado por un cine independiente, social y comprometido, donde la selección de trabajos documentales ha brillado, sin menoscabo de los de ficción. He podido ver en esta semana un cine que nos retrata y a través del que percibo con nitidez los defectos de nuestra sociedad; nuestras carencias y los sueños rotos. Un cine que nos anima a ser combativos, a crear y a ponernos en la piel de los otros. Que pide a grito que nos entendamos y que seamos personas justas en nuestro hacer.
Lo social es una de las características fundamentales de esta edición, pero me doy cuenta de que con este elemento solo no se explica todo el festival. Junto a esa dureza de la realidad, ese deseo de hacernos abrir los ojos a nuestro alrededor, camina la sensibilidad como el otro valor fundamental. Sensibilidad en la mirada de los cortos, de los largos, y también en el trato, en la entrega y en el cariño con que todo se hace en esta semana. Un año más, y no podría ser de otra forma, la actriz Amanda Guadamillas se ha encargado de las presentaciones de los pases de las secciones oficiales en la Sala Berlanga y de conducir la gala de clausura. Lo ha hecho con esa ternura contagiosa que va dejando a su paso, siempre con una sonrisa amable y dispuesta a darte un abrazo-aplauso.
Cartel del largometraje Ciutat Morta
La gran ganadora de este 23 FCM-PNR ha sido la película
Ciutat Morta de Xavier Artigas y Xapo Ortega. La cinta ha obtenido los premios al mejor largometraje, el de la crítica y el del jurado joven. Se trata de un documental esclarecedor que pone el foco en la corrupción policial y política, capaces de todo para defender su sistema injusto. El 4 de febrero de 2006 se produjo una carga de la policía urbana de Barcelona en las proximidades de un teatro ocupado, durante la celebración de una fiesta. Un policía recibe el impacto de un objeto que le dejará en estado vegetativo. Las pruebas apuntan a una maceta lanzada desde la parte alta del edificio. Sin embargo los policías detienen a varias personas entre las que están Rodri, Álex y Juan, tres jóvenes de origen sudamericano que se encuentran en ese momento en la calle. Les basta para señalarles su forma anti-sistema de vestir. Han decidido que ellos son culpables. Les golpean, les torturan y les inculpan por puro racismo. En el hospital al que les trasladan después de la paliza detienen otras dos personas más, a Patricia y Alfredo que han tenido un accidente con la bici. Ninguno de los dos había estado en el lugar de la trifulca, pero el peinado de ella les basta para condenarla. En la comisaría de los mossos d'escuadra más de lo mismo. En el juzgado número 18 tampoco cambia la película. Nada importa las evidencias que les exculpan, a falta de otras pruebas basta para condenarles la presunción de veracidad que siempre tiene la palabra de un policía. La decisión es política, está tomada de antemano, y todos los engranajes del sistema van participando en ella para que nada se escape. Es vergonzante esa impunidad y también lo es la complicidad de los medios de comunicación que callan y no informan. Por eso resulta tan importante esta película que quiere sacar a la luz la verdad.
Ciutat Morta nos habla de injusticia, de tortura y de un sistema al que no le tiembla la mano a la hora de salvaguardar sus propios intereses, que anteponen a los de la ciudadanía. El Ayuntamiento de Barcelona especula con la propia ciudad, dibuja los flujos de gentrificación y pone los medios necesarios -legales e ilegales- para que estos procesos se produzcan porque favorecen unas determinadas economías. No importa si hay que excluir, asustar o producir inseguridad ciudadana. Quizá detrás del 4F subsiste una historia de este tipo en la que son más importante ciertos intereses económicos que la justicia e incluso la vida de los seres humanos.
Los directores han utilizado dos ritmos de narración en el documental que se van entremezclando con acierto. Por un lado hay una parte que nos va mostrando el trabajo de investigación a través de testimonios de diferentes personas que han participado y sufrido este caso. Sobre ese lado se apoya el carácter de denuncia de la película y lo hace de una forma contundente. Nos va informando de los hechos, va sacando a la luz las sombras no esclarecidas como por ejemplo la dirección desde la que se ha lanzado el objeto que impacta sobre el policía, la condena de los mismos policías participantes en el juicio por otra agresión racista, los montajes… Vamos comprendiendo la magnitud y escandalizándonos. La otra parte la componen los textos poéticos de Patricia Heras, la chica detenida en este proceso. Sus palabras, su tragedia, son el altavoz que amplifica la injusticia inhumana del poder que dirige al sistema. Ese otro lado del documental nos ahoga como espectadores porque nos deja sin aire.
Me alegro porque el trabajo valiente de sus directores y el equipo haya tenido premio en este festival. Necesitamos mucho más cine de este estilo, que sea veraz, crítico y bien documentado.
Cartel del cortometraje Soy tan feliz
Por su parte,
Soy tan feliz, de Juan Gautier, se ha llevado el premio al mejor cortometraje y el premio de la escuela TAI. Eso ha sido porque en realidad se trata de una gran película contada en unos pocos minutos. El corto consigue crear un universo a través del que despertar las emociones en el espectador. Siempre es difícil rodar el dolor, sobre todo cuando es interior y sordo, cuando no somos capaces de explicarlo en palabras, cuando nos quema por dentro sin que podamos escapar, cuando lo único que nos apetece es abandonarnos, bajar la persiana y meternos en la cama para esperar que todo pase. Es el estupendo trabajo de su protagonista Olaya Martín lo que logra establecer esa conexión a través de la que ese dolor se transmite al espectador.
Vivir es una toma de decisiones constante; elegimos algo y entonces abandonamos la posibilidad de disfrutar de la alternativa desechada. Priorizamos las tareas de nuestra vida, primero lo importante, después lo demás. Y esa escala que construimos nos va minando, haciéndonos mártires, monótonos, previsibles, incómodos con nosotros mismos…
Soy tan feliz se sitúa entorno a ese punto en el que estamos llenos de dudas e incertidumbres, donde se nos agotan las energías y es necesario reconstruir nuestra existencia. Recuperar la fuerza perdida necesita de estímulos externos y sobre todo del paso de un tiempo que se convierta en el remedio capaz de curarnos. El corto de Juan Gautier es una historia íntima que habla de aguantar los reveses de la vida para seguir adelante, moviéndose en el mundo de las percepciones más que en el de las certezas.
En esta edición, también han sido premiados
40 aniversario (premio del público),
Eladio y la puerta interdimensional (premio al mejor corto sección socios PNR),
Similo (premio a la mejor fotografía),
Os meninos do rio (segundo premio de la sección oficial de cortos) y
Dos amigos (mención especial del jurado de largometrajes).
Se acabó por este año el 23 FCM-PNR y yo me quedé con ganas de haber visto más películas, lástima que siempre nos falte tiempo.