sábado, 26 de enero de 2013

Tramas y subtramas que confluyen en una librería

Luis López de Arriba continúa su teatro en serie con el segundo capítulo de Días como estos


Sábado 26 de enero de 2013. Librería La Buena Vida - Café del libro. Madrid

¿Por qué? Por ver hecha teatro la vida cotidiana.
Cartel de la obra de teatro en serie Días como estos (Capítulo 2)
Cartel de la obra de teatro en serie Días como estos (Capítulo 2)
Hace dos meses hablaba de Días como estos (Capítulo 1). Decía que me parecía una novedad teatral que reflejaba ese deseo que ha surgido recientemente en Madrid por dar con nuevos espacios que sustituyan a los teatros e incluso a las salas alternativas. No sé si ocurre por el deseo de acercarse al espectador en un ambiente más cercano a éste o si es al revés, que haya sido el mundo del teatro quien ha tenido que salir a la «caza y captura» del propio «cliente». Contar historias se ha hecho siempre; ir dónde está quien quiere escucharlas, también. Una librería es un buen lugar para ello.

Por otro lado, lo moderno, el «postureo» de la capital que llaman otros, hace que sea necesario estar reiventándolo todo cada seis meses. Nada perdura y los esquemas se vuelven viejos en poco tiempo, a velocidad de vértigo, el mismo que impone una sociedad enferma de prisa. No sé cuántas aventuras sobrevivirán, quizá no sean demasiadas las que al final terminen logrando la estabilidad que les garantice una continuidad o tengan la capacidad de seguir innovando siempre. Pero hay algunas que lo están haciendo con cabeza y corazón. La apuesta de la Librería la Buena Vida y de Teatro en serie, me parece una de ellas. Ya tienen Días como estos (Capítulo 2).

Este segundo capítulo no viene con grandes variaciones en la fórmula porque funciona y gusta. Explotan lo cotidiano. No apuestan por historias trepidantes, sino que lo hacen por personajes con los que nos cruzamos a diario y que llevan vidas alejadas de lo emocionante; personas llenas de humanidad, reflexivas unas y otras auténticos torbellinos pasionales. Y en juego, lo que hay en medio, el enorme tablero en el que desenvolverse buscando la felicidad. Es una tarea difícil para la que nunca estamos preparados, en la que siempre nos entran dudas, así que a todos nos interesa. Aprendemos con los personajes y de sus situaciones. Les comparamos con nosotros mismos, nos preguntamos lo que hubiésemos hecho si… Por un momento descansamos de nuestros aburridos problemas y nos dejamos llevar porque estamos tan cerca de los intérpretes que casi es como si nos estuviera ocurriendo a nosotros mismos, a todos a la vez.

Nacho Rubio en una escena de la obra de teatro en serie Días como estos (Capítulo 2)
Nacho Rubio en una escena de la obra de teatro en serie Días como estos (Capítulo 2) con todo el elenco
Soterrado, bajo esos metros de cotidianidad, encuentro que subyace una crítica a la sociedad actual y una cierta mirada nostálgica hacia lo que estamos empezando a perder. Hay una cultura, una forma de entender el mundo de los libros, que se va. Somos una sociedad consumista, devoradora de novedades rápidas, monetizada y guiada por las grandes multinacionales y sus listas de ventas. Algo que nos empacha, que nos cambia, pero que no acertamos a apartar. Progresamos con la tecnología y contrariamente eso nos va haciendo más primarios, menos evolucionados, abandonando nuestras inquietudes más intelectuales. El resultado: pensamos cada vez menos, nos vamos limitando a repetir patrones.

La principal ambición de Días como estos, sin embargo, es la de la continuidad: forjar una historia -una serie de ellas- que siga enganchando al público; crear una gama de personajes que logren hacerse entrañables al espectador y que pida nuevos capítulos; desplegar ese abanico de días comunes con los que cualquiera empatice.

Hay dos cambios en el reparto. Ahora, a Carlos Chamorro le ha sustituido Nacho Rubio y Miguel Uribe ocupa el lugar que dejó Toni González para dar vida a todos los «personajes accidentales». La obra no se resiente. Es cierto que Rubio encara a Martín, el papel protagonista, de forma diferente a como lo hacía Chamorro, que tiene un poco menos de nervio pero eso le viene bien al carácter del personaje.

Días como estos es una obra con hombres y mujeres llenos de dudas, de quienes prefieren no nadar y guardar la ropa. La trama central, un amor entre posible e imposible que consume a Martín (Nacho Rubio) y Ana (Inma Isla), avanza con titubeos, aunque lo haga sobre todo en el plano intelectual. Luis López de Arriba, su autor, no quema los cartuchos de esa relación y se esmera en que siga latente para, a través de ella, dejar que brille todo el texto. En ese sentido, el autor ha hecho un trabajo excelente y no se ha quedado en recuperar lo que ha visto que mejor funcionó. La ventaja de una serie por entregas está en la propia evolución que tiene cada uno de los capítulos, en saber sacar partido de las esperas y en que los personajes vayan creciendo y mejorando con cada nuevo reto.

Este segundo capítulo sigue sabiendo a fresco, no ha perdido el encanto de la novedad. No podía cerrar esta reseña si destacar un momento, el de la divertida crítica literaria que hace Elena (Inma Gamarra) de El Quijote.

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