Nota: Cuando estudiaba en la Facultad de Informática participé en la revista que hacíamos los alumnos y que se llamaba Coleópteros y Otros virus. Colaboré en muchas cosas, incluso en dar vida a algún personaje con el que me atreví a hacer opinión desde otro punto de vista. Ana del Berro fue el último de los seudónimos, tuvo una pequeña columna que perduró durante dos números, luego se mudó al suplemento y allí participó en varios especiales. El artículo que hoy recojo en este blog pertenece a uno de esos espacial, en concreto uno que pedía decir NO. Fue escrito en abril de 1995 y publicado en el número 21 de dicha revista.
Decir no
Tal vez, bromas aparte, si fuese hombre diría no a exteriorizar los sentimientos en público, a mostrarme sensible por temor a caer en esa otra palabra que es sensiblero. Tal vez sea un miedo irracional a hacer el ridículo. Ellos, los hombres, siempre han temido al ridículo sobre todas las cosas; pues ocurre que carecen de los más simples conceptos de los límites. Ellos son esos individuos indecisos que no saben dónde está la frontera, ni siquiera entre el no y el sí.
Si fuese un hombre valiente diría no al fútbol -realmente a la masa que conforma y uniforma el fútbol-, no a la violencia como actitud ante la vida, no al desafío constante a los demás hombres, no al servicio militar ni a las armas, no a la irreflexión absoluta en la que vivimos, no a los políticos que nos han hecho entes irreflexivos, no a la intolerancia constante que nos rodea Pero resulta que soy una mujer y hace tiempo que dije no a todo esto.
Por cierto, me gustaría que la gente dijera no más a menudo de lo que lo hace; me aburren las personas tan tímidas que siempre, pidas lo que pidas, te dicen sí.
Ana del Berro
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