Nota: En el
Coleópteros y Otros Virus (la revista de la Facultad de Informática), me creé varios seudónimos. Me gustaba jugar con ellos. No sé incluso si llegué a la paranoia, pero una vez en que les pedí a unos que describieran a los otros. Hoy recupero para este blog la descripción que hizo Basi Vos de Ly.
Esta mañana me encontré con Ly en la Isla inexistente. Venía a dar unas charlas sobre no sé qué demonios al paraninfo de nuestra universidad. Contaba vaguedades, todo etéreo, de esas cosas informáticas que a él tanto le gustaban. Ya recuerdo, me hablaba de una herramienta de «business inteligent» que está haciendo millonarios a sus jefes y dándoles dolores de cabeza a los que la desarrollan. El mercado tecnológico no ha pasado de comportarse como un monstruo que devora a los nuevos obreros de hoy en día, esos que llevan trajes italianos y que se dejan la vida en oscuras oficinas, delante de ordenadores, silenciosos, alienados, tal vez muertos. Le vi como siempre, agobiado porque el tiempo no le da para mucho, negativo con todo su entorno, algo más cansado que entonces... Pequeñas apreciaciones que yo iba contrastando con el tono de su voz y alguna que otra palabra suelta que se le escapaba. Le traía de la mano el Barón de Grantorcaz, que se comportó como un anfitrión inadecuado, ya que no se separó de él un metro y que permaneció escuchando atentamente durante los quince minutos en que Ly y yo repasamos nuestras vidas desde la última vez que nos habíamos visto. No me contó nada trascendente, su especialidad siempre resultó ser esos pequeños detalles habituales que tantas veces, el resto de la humanidad, somos incapaces de percibir. Me dijo que le gustaba mucho mi paraguas y le correspondí halagando los topos rojos de su corbata verde. Poco más. Aunque trato de hacer memoria, no consigo recordar lo que me gustaba de este muchacho, ni porque fuimos una vez amigos inseparables.
→ Basi Vos firma#
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