Nota: Cuando estudiaba en la Facultad de Informática participé en la revista que hacíamos los alumnos y que se llamaba Coleópteros y Otros virus. Colaboré en muchas cosas, incluso me atreví a hacer alguna entrevista con personajes que ya habían facellido. La entrevista que hoy recupero corresponde a Armand Du Plessis, Cardenal de Richelieu y se escribió a finales de octubre, en 1995. Aquella entrevista se realizó en la Isla Inexistente, que ya era uno de mis espacios imaginarios. Con el tiempo, aquel lugar y los habitantes que por allí pululaban -como Lord Vran de Milos y Gorverats y su extravagante mayordomo Basi Vos-, terminarían originando y conformando el espacio que ocupa este blog.
Aquí está el original. -Pasados. Suplemento Otros Virus. Coleópteros (Nº 22, noviembre 1995, páginas 6 y 7).
Armand Du Plessis, Cardenal de Richelieu
El Sr. Du Plessis se encuentra frente a mí, impecable dentro de sus vestiduras cardenalíceas, tras una larga mesa de madera. Su mirada se concentra en mí desde sus rasgos faciales angulosos en los que destaca su nariz afilada a la espera de mis preguntas. Su palidez me entretiene un instante más, antes de atacar su tranquilidad con cuestiones sobre el presente, pues el pasado ya está escrito en demasiados manuales de historia de una forma tristemente inamovible.
BASI VOS- Sr. Du Plessis, ¿quisiera...
CARDENAL- Por favor, llámeme Cardenal.
B- Está bien, Cardenal. ¿Quisiera saber qué opinión tiene sobre que la forma de organización política actual en Francia sea una República?
C- Que soy monárquico es indiscutible, pero hoy en día se vive en una sociedad marcadamente no religiosa, yo diría incluso antirreligiosa, en la cual no tendría sentido la misma figura real que mi época conoció. Tras la figura del monarca se esconden dos nociones principales, la primera es que la soberanía la decide la sangre -lo que no garantiza su capacidad- y la segunda es la presencia de Dios como garante de esa decisión, lo que confirma su legitimidad como incontestable. Estos dos principios se han truncado, la sangre se ha visto diluida y sustituida por el concepto del carisma -que tampoco garantiza su capacidad real- y el papel de garante ha pasado a residir en el pueblo, al que sin duda se engaña más fácilmente que a Dios. Así pues, veo lógica la evolución del país, aunque la considero irresponsable.
B- No le he visto muy partidario de la democracia.
C- No; pero lo importante no son las ideas particulares, sino el concepto de estado, es decir, el orden establecido para mandar y obedecer. No debemos, pues, discutir el modo de establecer dicho orden. Lo interesante es que estamos obligados a darle un uso correcto al estado como instrumento del poder que es, y así reconocer que el único fin del gobernante consiste en lograr el interés público. Olvidémonos del sistema, pues en cualquiera de ellos aparecen gobernantes buenos y malos, y aprendamos a reconocerlos y separarlos.
B- ¿Existe algún método para que cualquier persona aprenda a ser un buen gobernante?
C- No veo la posibilidad de que cualquier hombre sea capaz, pues el gobierno implica una serie de virtudes que son innatas. Podría decir que el gobierno se asienta en la razón, pues ella demanda que deben ser proyectadas las mejores leyes posibles; pero a veces no es suficiente la razón y hay que saber combinarla con la prudencia: es cuestión de prudencia suavizar los remedios para hacerlos más efectivos. Otras veces debemos incluso desdeñar la razón, pues las órdenes más próximas a la razón no son siempre las mejores, ya que a veces no están perfectamente adecuadas a la capacidad de aquellos que han de ser los encargados de ejecutarlas. También es importante el saber revisar la Historia para adquirir experiencia; pero nada hay más peligroso para el estado que los hombres que quieren gobernar sobre la base de máximas que extraen de los libros, porque cuando lo hacen, los destruyen. El pasado no es el mismo que el presente, y los tiempos, lugares y personas cambian. En definitiva, no creo que exista dicho método.
B- Hablaba de virtudes innatas, pero no nos ha desvelado cuáles.
C- Hay que saber percibir las motivaciones de los hombres, algo así como Maquiavelo; poseer una resignación estoica ante la adversidad, dominar la retórica para convertir mediante la argumentación y la persuasión, gran capacidad de sacrificio, habilidad para rodearse de personas fieles y de confianza, conocimientos administrativos y burocráticos, astucia, mano izquierda, ser muy detallista y previsor -sobre todo a largo plazo-, ciertas dotes de actor, mucha ambición y prudencia. Tampoco debemos olvidar las virtudes romanas: austeridad, economía, disciplina, control y orden.
B- ¿Qué opina de las pruebas nucleares de Chirac?
C- Antes de hablar de las pruebas quiero comentar que la grandeza de un gobernante se puede leer en su autoridad dentro del país y su reputación fuera de él. Ambas lecturas, tras las pruebas, nos muestran números muy bajos. No hay pues grandeza en Chirac. Hablando ahora de las pruebas me muestro de acuerdo. El papel de Francia en el mundo es el deber de protección de los desvalidos y oprimidos; si para ello es suficiente con amedrentar a otros países a través de una muestra de nuestro desmesurado poder nuclear, me alegro; pues así siempre se reducirán las posibilidades de la necesidad de una guerra.
B- La mujer se ha presentado en espacios que en su época le estaban vedados. ¿Qué le parece?
C- Hablando del campo político su presencia me parece nefasta. Reconozco que su educación a lo largo de estos siglos ha cambiado sustancialmente, y no dudo pues de su capacidad; también puedo apreciar su posibilidad de aportar nuevos puntos de vista en la esfera política. No obstante, desde mi infancia me he inclinado a pensar que la mujer es ante todo desorden y desgobierno, pues siempre resulta excesivamente laborioso hacerle desistir de malas decisiones tomadas bajo el influjo de la pasión.
B- Releyendo su biografía, ¿se podría decir que el CESID (servicio de inteligencia) en España no ha inventado nada nuevo?
C- No mucho, tal vez los avances técnicos han ampliado las posibilidades. En mi época solía decir que lo que se hace por el estado se hace por Dios; y no estoy excluyendo juicios manipulados, ejecuciones ordenadas con antelación, divulgación de documentos privados, siniestras actividades policiales... Reconozco su necesidad, así como la imposibilidad de alabarlo, pero el bien social siempre debe situarse por encima del personal.
B- ¿Conoce el término «cultura del pelotazo»?
C- Vagamente, aunque supongo que me pregunta acerca de si veo bien la figura del «trepa». A veces no se puede demostrar la valía personal si no es ascendiendo a través de influencias, nepotismo o malas artes. De todas formas es la historia la que al final nos asienta en nuestros puestos por nuestros méritos, y los métodos con los que se ascendió se olvidan. No veo nada malo en medrar si nuestras ideas para la sociedad y el estado son positivas.
B- Finalmente, querría preguntarle si España tiene hoy un buen gobierno.
C- Creo que sí, aunque se podría mejorar. Son gobernantes que saben moverse en la sombra; capaces de ilusionar a un electorado aunque sea, valga la redundancia, con «ilusiones»; bien relacionados, en general, con la banca y los militares; y, sobre todo, con una correctísima imagen internacional. Aunque ahora se viva una cierta intranquilidad social en España, tan solo es un reflejo de las limitaciones populares, pues demostrado está que la aversión del pueblo a la guerra no es una fuerte razón a favor de la paz.
La entrevista está concluida, aunque para el ávido lector falte un dato, el lugar desde dónde se ha desplazado nuestro invitado hasta la isla inexistente: cielo, infierno o purgatorio.
→ Basi Vos firma#