lunes, 13 de marzo de 2006

Todo puede ser



Nota: Cuando estudiaba en la Facultad de Informática participé en la revista que hacíamos los alumnos y que se llamaba Coleópteros y Otros virus. Colaboré en muchas cosas, incluso en dar vida a algún personaje con el que me atreví a hacer opinión desde otro punto de vista. Ly fue el primer seudónimo que utilicé. El artículo que hoy recojo en este blog, fue escrito en marzo de 1993 y publicado en el número 14 de dicha revista.

Las dos caras
Las dos caras
«¿Cómo pasar las horas si no es inventando la vida?». Con esa frase oí pensar por primera vez a Santi Fonte, mientras señalaba con el dedo a un muchacho llamado Manuel. Manuel es un ser extraño que circula por la Facultad dando saltos (toma aire, se impulsa y avanza); jamás le veréis caminar normalmente.

Más tarde me encontré con Margarita. Aún no ha superado su problema: sigue caminando con su brazo izquierdo en alto, apuntando con el dedo índice al cielo. Santi la mira y piensa, en voz alta, «¿será cierto eso de que señalamos lo que queremos y no tenemos?».

Lo que le ocurre a Santi es que se hace muchas preguntas, pero no sabe responderse, supongo que hay veces en las que le gustaría entablar una conversación, pero el pobre es tan tímido que no se atreve a intercambiar una palabra con otra persona que no sea él mismo. «¿Y si me acerco a alguien con intención de iniciar un diálogo y esa persona tiene mal carácter y me insulta?». Todo puede ser, Santi.

Manuel tiene miedo a ser normal, a que un día vaya por la calle y la gente no diga: «Mira, por ahí va Manuel». Lo de Margarita es peor, dice que su madre es una bruja que conoce muchos conjuros y que un día se enfadó con ella porque cogió uno de los libros prohibidos que su progenitora guardaba en lo más alto de la estantería y la hechizó. Ya veis, todo puede ser.

Ly

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