Viñeta: El Koko Parrilla
Bien, conozco mis límites del humor, no me costó mucho encontrármelos, ¿pero, la libertad de expresión, tiene fronteras?
Con los tuits sacados de contexto de Guillermo Zapata me he dado cuenta de que vivo en un país que ha puesto cotas a la libertad de expresión y que además no atiende a explicaciones. El nuestro es un país dominado por una «derechona» que se comporta como un niño mal criado, que se tapa los ojos, los oídos y chilla para no escuchar a los demás. Se burlan de nosotros. Somos tontos si les seguimos haciendo caso.
Si la derecha no gobierna, crispa para que nadie pueda hacerlo, para que nada cambie, para que todo siga atado y bien atado. No quieren un Madrid mejor, pues siguen defendiendo los intereses de sus amistades, de las élites empresariales y económicas. Para la derecha, lo público no es otra cosa que un saco de dinero donde meter la mano.
Con los tuits sacados de contexto de Guillermo Zapata me he dado de bruces con la estupidez; no la de Zapata, sino la de quienes escarban con odio buscando desprestigiar al rival político, la estupidez de los que van detrás, de los que se hacen eco, de los ofendidos porque no saben perder y también de los que hacen caso sin informarse.
De nuevo tenemos a la derecha diciéndonos lo que está bien y lo que está mal, con sus dos varas de medir que igualan la viga en su ojo, con la brizna en el nuestro. Lo peor es que se han empeñado en seguir marcando la agenda política y nosotros hemos picado y se lo hemos permitido. Nos entretienen, nos desvían y nos enfrentan. ¡Basta ya! Respeten un poquito y dejen trabajar a los nuevos gobiernos municipales y autonómicos. Gentes del PP, hagan el favor de sentarse y pónganse a aprender del ejemplo político que la ciudanía va a darles.
A Guillermo Zapata -activista político, guionista, director de cortos y novelista- no le han dejado demostrar su capacidad y me duele porque hubiese sido un estupendo concejal del área de Cultura en el Ayuntamiento de Madrid. No tengo la menor duda de ello, por eso le voté. Y también porque quiero que Madrid cambie, que sea la cuidad que los madrileños nos merecemos. Ha llegado el momento de la ciudadanía, de poner en pie una gestión pública que se preocupe de las personas y una nueva forma más justa de distribuir la riqueza.