La Despensa Solidaria tras una recogida de alimentos y productos de primera necesidad. (Foto: RSP Centro - Arganzuela)
Apenas si hemos cumplido cuatro meses en la
Red de Solidaridad Popular (RSP) de Centro y Arganzuela; sin embargo a mí me parece como si llevásemos ya toda una vida trabajando con la gente del barrio. En realidad, los proyectos solidarios y sociales enseñan mucho y rápido; por eso se dice que son enriquecedores. Convivir, repartir, participar... son verbos que dejan de tener un significado teórico y grandilocuente para convertirse en acciones necesarias, diarias y cotidianas. Habituarse a practicar la convivencia, el reparto, la participación… da un nuevo sentido a la realidad y un punto de vista en el que el esfuerzo y lo colectivo recuperan todo su valor. El paro, la pobreza, el hambre, los desahucios, la corrupción, la desatención médica, la «werticalización» de la educación, la manipulación informativa, la persecución al inmigrante, el fanatismo religioso de la jerarquía eclesiástica que convierte en ley su concepto moral, el expolio de lo público, la desigualdad fiscal, la caza y culpabilización del activista, la deshumanización de la sociedad… no son problemas individuales sino sociales, de esa misma sociedad que tan mal hemos construido y que camina hacia la exclusión de una tercera parte de su población. Todos estos asuntos son una decisión a sabiendas, el resultado de las políticas neoliberales que vienen aplicando nuestros gobernantes con ahínco desde hace ya bastantes años. Si se continúa con las mismas políticas, la riqueza y el beneficio de los poderosos aumentará a costa de que desaparezca del todo el escaso estado del bienestar que nos queda. Pero la solución no está en las manos de los gobernantes, sino en las nuestras. Se trata de que las capas populares de nuestra sociedad, esas que la crisis ha hundido porque las personas han dejado de ser importantes para un sistema que solo piensa en números económicos, puedan empoderarse y comenzar a organizarse para girar la situación. Ese camino de retomar el poder es un largo proceso a través del que recuperar la dignidad primero y luchar después por rescatar lo perdido, asegurarlo y avanzar en nuevos derechos y deberes.
La RSP trabaja a nivel de barrio o pequeña población como una agrupación de vecinos y vecinas. Nos constituimos en una asamblea que se encarga de dirigir y enfocar los proyectos a desarrollar. Formamos un nodo independiente pero unido a una Red. No somos invasivos, lo primero que hacemos es acercarnos a los movimientos sociales que ya están trabajando y participar con ellos en aquellos proyectos que comparten nuestro enfoque: proyectos superadores de esta realidad, con una óptica de izquierdas y solidarios. No admitimos asistencialismo porque huimos de la caridad y buscamos modelos horizontales que sigan el lema «yo doy, yo recibo». Si no los hay y el barrio los necesita, entonces los arrancamos. Así ha ocurrido con la Despensa Solidaria. Sorprende, pero nuestro barrio pasa hambre; paliarlo es una obligación de quienes vivimos en él.
A grandes rasgos, el trabajo de una Despensa Solidaria se divide en dos tareas: llenar la despensa y vaciarla. La primera es una labor más fácil de organizar. Basta con establecer un calendario y la participación de al menos ocho personas voluntarias para esa recogida. Nuestra decisión ha sido recoger alimentos los sábados. El primero de cada mes lo hacemos en la Plaza de Lavapiés, el segundo en el Pasillo Verde (Vallejo Nájera, 48), el tercero en el Mercado de Barceló y el cuarto en el Mercado de Santa María de la Cabeza. A las 11 de la mañana llegamos y montamos el puesto: una mesa en la que colgamos un cartel o una camiseta de la RSP y sobre la que colocamos una serie de productos que pueden servir de ejemplo. Los voluntarios reparten folletos y explican el proyecto; por estrategia se hace con aquellas personas que van a entrar al mercado para que puedan, al hacer sus compras, acordarse de nosotros y a la salida entregarnos algo, lo que puedan. Lo que vamos recibiendo lo vamos colocando en cajas por productos para facilitar el inventario. Hacia las dos y media recogemos. Nos los llevamos al local y lo colocamos en las estanterías.
Primeras horas de una de las recogidas en el Mercado de Barceló. (Foto: RSP Centro - Arganzuela)
La RSP comenzó a recoger alimentos en diciembre de 2013 y la primera recogida se entregó directamente a dos proyectos solidarios de nuestro barrio: La Alacena de Arganzuela y Barrio Solidario. Luego entendimos que debíamos organizar nosotros también los repartos.
La Despensa Solidaria no se limita a convertirse en un almacén de comida y productos de primera necesidad, no es una especie de supermercado donde los productos están a precio cero para quienes lo necesitan. Requiere una implicación solidaria de quienes los recogen, es decir su propia participación dentro de los proyectos de la RSP. Estamos trabajando en la manera de establecer prioridades para trabajar con diferentes colectivos. En nuestro primer reparto entregamos tonelada y media de alimentos y productos de primera necesidad a 62 familias entre las que se encontraban un grupo de mujeres maltratadas, desahuciados que colaboran con la PAH, las familias que han recuperado el edificio de La Manuela y otros colectivos en situación de exclusión.
Podríamos estar orgullosos de este primer paso, pero en realidad no hay satisfacción que valga más allá de unos minutos, pues el reto sigue pendiente. Nada ha cambiado por paliar las necesidades de unas pocas personas un par de días. Simplemente sabemos cuál es el camino a seguir, ahora nos toca recorrerlo juntos.